Jacopo Tintoretto
El Paraíso, boceto, c. 1588
por Tom Lubbock
Hacia el final de la novela Molloy de Samuel Beckett, el narrador plantea "ciertas cuestiones de carácter teológico". La lista numerada incluye enigmas tales como: '3. ¿María concibió por el oído, como afirman Agustín y Adobard? ... 7. ¿La naturaleza observa el descanso sabático? 8. ¿Es cierto que los demonios no sufren los tormentos del infierno? . . . 11. ¿Qué pensar de la excomunión de alimañas en el siglo XVI? ... 13. ¿Qué estaba haciendo Dios consigo mismo antes de la creación? 14. ¿No podría la visión beatífica convertirse, a la larga, en una fuente de aburrimiento?
Aquí, como en todas partes, Beckett se deleita con los puntos más descabellados de la doctrina cristiana. Los interrogantes pueden parecer extraños y abstrusos; todos ellos en algún momento han sido formulados y respondidos y argumentados por algún Doctor de la Iglesia. Sin embargo, uno de ellos suena con un acorde frecuente. Es bastante normal preguntarse si el cielo, si llegaras allí, no sería un poco aburrido. No se nos entienda mal, no es que querramos ir al infierno, pero aun así, la bienaventuranza constante e invariable, podría resultar algo desabrida, ¿cierto? O como dice Beckett, con un aire de exquisito tacto, sin querer herir ningún sentimiento ni sacar conclusiones precipitadas, pero así y todo, "¿No podría la visión beatífica convertirse, a la larga, en una fuente de aburrimiento?"
Los teólogos podrían responder que este es realmente un problema de la imaginación humana. Desde nuestra limitada perspectiva terrenal, no podemos evitar equiparar lo eterno con lo interminable. Simplemente no podemos concebir, hasta que los experimentemos, los deleites de la eternidad. Tal vez sea así. Pero para los artistas también es un problema práctico. De vez en cuando, han tenido que representar el cielo. Quieren que parezca al menos tolerable. Para poder conseguirlo, la imaginación humana es todo aquello con lo que cuentan.
De Jacopo Tintoretto, pero aún semejante a un anfiteatro con anillos concéntricos:
La coronación de la Virgen, llamada también El Paraíso, de 1564, retocada en 1582, 1,43 x 3,62 metros. Paris, Musée du Louvre
Y sus visualizaciones no siempre han sido alentadoras. La imagen del cielo más alto es a menudo una cuestión de luces brillantes y anillos concéntricos. Las huestes del cielo están dispuestas en niveles alrededor de la divinidad brillante. A veces se reúnen en círculos completos con Dios en el mismo centro del objetivo. A veces asumen una formación de anfiteatro alrededor de Dios en la parte superior. Es decir, terminan con una composición simétrica, estable y repetitiva al más alto grado. La búsqueda de la perfección ha logrado así un tedio pictórico perfecto, que es exactamente aquello que era de temer.
Esta imagen del paraíso, de Jacopo Tintoretto, es la gran excepción.
Jacopo Tintoretto, La coronación de la virgen, llamada El Paraíso, de 1588, y de 1,695 x 4,94 metros. Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza
Está lleno de nubes y multitudes de figuras en el aire de la manera tradicional, pero es un caso raro de una visión no aburrida del Cielo. No es una obra destinada a la exhibición. Es un boceto pintado, presentado como propuesta de Tintoretto para un cuadro en el Palacio Ducal de Venecia. Ganó la comisión. El lienzo resultante es gigantesco, una de las pinturas más grandes del mundo, con casi veinticinco metros de diámetro. Se aparta del boceto tanto en forma como en contenido. Resulta un poco menos emocionante.
Jacopo Tintoretto, El Paraíso, hacia 1588-1592. 7 x 22 metros, Venecia, Palacio de los Dux, Sala del Gran Consejo
De cualquier manera, el boceto es lo suficientemente grande, de casi cinco metros de ancho, y a él volvemos. Sus proporciones son inmediatamente dramáticas. Tiene un formato achatado, con un ancho tres veces superior a su altura. Pero incluso con una escala panorámica de este tipo, se tiene la impresión de que la imagen podría continuar más allá, traspasando la pintura, haciéndose cada vez más y más ancha. La razón estriba en que se trata de una composición sin bastidores ni topes. Esta vista del cielo se detiene donde está recortada, pero no hay nada en ella que ponga un límite a su extensión lateral.
Este cielo tampoco tiene un clímax convencional. Tiene una especie de punto focal: en la parte superior, en el medio, la paloma del Espíritu Santo flota en el disco de luz, y debajo Jesús corona a la Virgen María.
Pero este no es un centro alrededor del cual el resto de la imagen irradia o circula. Más bien, las masas de figuras flotantes y nubes se organizan horizontalmente, en corrientes o bandas que fluyen y serpentean a través de la escena, destacándose oscuramente sobre un fondo más brillante (compuesto por más figuras y nubes en masa).
Las multitudes del cielo, en otras palabras, no están dispuestas en niveles concéntricos alrededor de lo Divino. Jesús y María no tienen una posición especialmente privilegiada: simplemente están incorporados a la corriente más alta. Y todas las corrientes de figuras siguen trayectorias onduladas cuyos giros y vueltas son impredecibles. El lado izquierdo y el lado derecho son ligeramente simétricos, pero no se reflejan exactamente entre sí. En ninguna parte la escena se adapta a un patrón regular.
Tampoco las bandas mismas se mantienen firmes. La composición de Tintoretto es fundamentalmente celular. Cada flujo se puede dividir en grupos separados de figuras, y estos grupos pueden unirse no solo con los grupos próximos a ellos en el mismo flujo, sino también con grupos en los flujos de arriba y abajo. La formación se vuelve mucho más abierta y opcional. Las conexiones y los relevos pueden activarse en todas las direcciones.
Toda la escena también se mueve, pero nuevamente es indeterminada. Cada grupo de figuras está en vuelo. Las corrientes de figuras parecen surgir como agua de tormenta, o rodar como un tornado o explotar hacia afuera. Pero no hay rutas de vuelo fijas. El movimiento implícito es cambiante, multidireccional, legible de diferentes formas.
Se trata aquí de una solución atrevida al problema del aburrimiento celestial. Concibe la eternidad, no como una fijación permanente, sino como un flujo sin fin: turbulento, inquieto, irresoluto, interminable. La propuesta de Tintoretto es un ejercicio de caos pictórico.
La obra final en el Palacio Ducal se retira de esta osadía.
Vuelve a una estructura más parecida a un anfiteatro, con los coros celestiales reunidos en hileras semicirculares alrededor de la pareja de Jesús y María.
El boceto en sí apunta mucho más allá: a la composición completa y las energías de forma libre de las abstracciones de Jackson Pollock.
Jackson Pollock - Number 1 - 1950
Jacopo Tintoretto (1518-94) fue el principal pintor veneciano del Renacimiento tardío, y sus grandes obras todavía se encuentran en Venecia, especialmente las enormes pinturas murales de la Scuola di San Rocco. Su verdadero nombre era Robusti, pero fue apodado por el oficio de su padre, un tintorero (tintore). En su obra, el drama pictórico y la desorientación a menudo abruman el tema legible. Hay perspectivas violentas e inclinadas oblicuamente, y paisajes mezclados. Los colores metálicos vivos resultan deslumbrantes. Las figuras se atreven a gestos extravagantes. La pincelada se lanza a toda velocidad. La luz y la oscuridad caen en parpadeos de relámpagos y tinieblas repentinas. Hay una atmósfera de histeria.
Jacopo Tintoretto, La última cena, 1592-1594, de 3,65 x 5,68 metros. Venecia, Basílica de San Giorgio Maggiore
Una contemplación de la Última Cena puede experimentarse como aquella que correspondiera a la de un tren entrando en un túnel.
Agradecemos muy especialmente a la señora Marion Coutts, viuda de Tom Lubbock, por su -más que amistoso- fraternal entusiasmo al permitirnos publicar este artículo en nuestro blog, aparecido originalmente en The Independent, de Londres, y que junto a otros de igual procedencia integra el libro titulado Great Works - 50 paintings explored, publicado por la editorial Frances Lincoln en 2011.
He aquí las referencias a dos portales que recomendamos calurosamente:
http://www.marioncoutts.com/books.html
… and on the site we (says Marion Coutts) made after the death of Tom:
http://tomlubbock.com/
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