Hiroshige-Eisen
234 páginas
Taschen, 2022
Plurilingüe
La creación de la ruta del Kisokaido fue una orden del entonces sogún de Japón, Tokugawa Ieyasu, que a principios del siglo XVII decretó la construcción de estaciones de descanso en el penoso tramo que iba desde Edo (actual Tokio) hasta Kyoto.
Se abrieron posadas, tiendas y restaurantes que proporcionaban alimento y alojamiento a los agotados viajeros. En 1835, el famoso xilógrafo Keisai Eisen recibió el encargo de realizar una serie de estampas que representaran la ruta del Kisokaido. Después de hacerse cargo de 24 de estas estampas, Eisen fue sustituido por Utagawa Hiroshige, que completó la serie de 70 imágenes en 1838.
Tanto Eisen como Hiroshige eran reconocidos maestros del grabado. Las sesenta y nueve estaciones del Kisokaido pone de manifiesto los distintos estilos de ambos y su habilidad común. Desde el ajetreado punto de partida de Nihonbashi hasta el castillo de Iwamurata, Eisen opta por una paleta más apagada, pero sobresale en la figuración, sobre todo en la representación de mujeres glamurosas, y se recrea en las imágenes de toda la actividad que se realiza a lo largo del camino, desde el herrado de un caballo hasta campesinos aventando arroz. Hiroshige demuestra su dominio del grabado paisajista con escenas grandiosas y evocadoras, desde las tranquilas orillas del río Ota hasta el imponente paso de Wada o una ascensión a la luz de la luna entre Yawata y Mochizuki.
Tomadas en conjunto, las estampas de Las sesenta y nueve estaciones del Kisokaido suponen no sólo un animado ejemplo del arte de la xilografía, con composiciones audaces y un uso experimental del color, sino también un encantador tapiz del Japón del siglo XIX, mucho antes de que apareciera el fantasma de la industrialización.
Esta nueva edición en gran tamaño presenta la serie con el formato y la excelencia que merece. Las imágenes reproducidas provienen de la única primera edición de la serie completa que se conoce, lo que asegura la mejor calidad para esta legendaria obra. Una pieza perfecta con la que acompañar las Cien famosas vistas de Edo, una delicia visual al tiempo que un testimonio de primer orden del antiguo Japón imperial.