Richardson, Bob
362 páginas,
Damiani, 2011
Inglés
El fotógrafo de moda Bob Richardson (1928-2005) comenzó a publicar sus poderosas, transgresoras y cargadas de emoción imágenes en blanco y negro en la prensa de alta costura de la década de 1960, destacando las nuevas libertades y las consiguientes desilusiones de la época de una manera distintiva, estilo inconformista que combinaba con su propio estilo de vida vanguardista. Según Cathy Horyn de The New York Times, "Las fotografías de Richardson eran radicales porque, más que mostrar moda juvenil de forma liberada, buscaban exponer los dramas de la vida que entonces consumían a los jóvenes.“
Eran oscuras y conflictivas, abyectas y sugerentes, fugaces, rotas, conocedoras y anhelantes. Siempre un fotógrafo de culto (y ampliamente reconocido por haber influido en compañeros como Peter Lindbergh, Steven Meisel y Bruce Weber), Richardson también estaba plagado de esquizofrenia, y vivió duramente, experimentando libremente con el sexo y las drogas durante una vida de altibajos extremos. Por ejemplo, quizás sea más famoso por los retratos profundamente convincentes que hizo de su entonces compañera y musa Angelica Houston en la década de 1970, mientras que la de 1980 lo encontró sin hogar y viviendo en las calles de Los Ángeles. Este volumen tan esperado y bellamente producido es el primero dedicado a la obra de Richardson. Reunido por su hijo, el igualmente renombrado fotógrafo Terry Richardson, recopila lo que queda del trabajo original, gran parte del cual fue destruido en el transcurso de su impredecible carrera.